sábado, 3 de septiembre de 2011

El "No" de los niños (más Sócrates y menos Rousseau)


Hay quien tiene el “no” incrustado en su discurso(los menos).Los hay que dicen “no” queriendo decir “si”, al igual que hay silencios que suenan a negación rotunda.
Por mucho que haya a quien le duela (a quién no le ha dolido un “no” en su vida), el “no” es la raíz del diálogo, las mejores discusiones, debates, discursos (eliminando el “yes we can”) son por obra y gracia de un “no”.
Un individuo suelta al aire una idea y su compañero responde afirmativamente. Se acabó la conversación. Aparece el tercero en discordia y dice “no”. Habemus diálogo. El conflicto causado por la negativa hace brotar argumentos, ideas, puntos de vista... no sólo se enumeran razonamientos a favor de cada tesis como si de una lista de números clausus; la imaginación entra en escena y descubrimos lo que un poco de cabezonería y testarudez(vehemencia suena más políticamente correcto pero resulta menos demostrativo no?) pueden hacernos expresar.
El conflicto es un terreno fértil para el desarrollo intelectual, para la autoafirmación de una postura, algo imprescindible para una relación sana, ya sea de amistad, familiar o de pareja.
¿Hay perdedores en una discusión? Pues como en casi cualquier parcela de la vida, si. La diferencia radica en que en una discusión todos salen reforzados de una u otra forma: el que impuso su tesis a la contraria se da cuenta de que la secunda más que antes de empezar esa tranquila charla que casi acaba con un navajazo (verbal). Por su parte el “perdedor” puede seguir autoafirmándose (lo más común) con algún que otro motivo más, o asumir como cierta la opinión contraria. ¿Acaso no se llega así a la verdad?.
Entre el contrato social y el fútbol han asesinado el diálogo creador con cierta sustancia. Mejor no hablar de política, en vez de edulcorados discursos deberían lanzarse panfletos y corbatas los unos a los otros (por economizar tiempo, si Bono lo permite) y mientras tanto en casa un Asperger se tatuará en los labios un “no” con un “hablemos” de fondo.
Y Prozac para el que quiera.

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