viernes, 23 de marzo de 2012

Streamline

Contemos líneas. Vamos a leer líneas y a escribir entre ellas. Y es que entre dos líneas la mejor es la del medio, la que no se deja ver, pero la única que acabas recordando.
Debe creer ese iluso bolígrafo que por ser lápiz no entiende la tinta. También cree que no sólo no la entiende, si no que ni la ve. La tinta apesta en la distancia, y más parafraseando al innombrable, que hasta se deja embriagar, y no de pasión.
¿Quién se cree que es ese bolígrafo?, ¿un pincel?. ¿Hasta donde llega el silbido de su rencor?. ¿Acaso no hay papel suficiente para la verdadera distancia?.
Llámense líneas, llámense rayas, la cuestión es quejarse. La cuestión es sobresalir por ocultarse, resaltar por carecer de color. Todo es perfecto en la plañidera felicidad imperfecta de la bohéme.
Señoras y señores, damas y caballeros, tengo el placer de presentarles a los renglones torcidos de un manco.
De cada dos líneas que escribe un hombre, la mitad definen el dolor que la segunda edulcora. Leyendo entre líneas, no hay prosa sin agujas, y ahondando más en ese párrafo que esconden dos frases, todavía hay más dolor, y su amiga la mentira.
En un lugar muy muy lejano, habita una biblioteca de reproches que esperan a sus dos líneas para poder ser libres. Y regalar agujas.

domingo, 18 de marzo de 2012

Ensayo errores

Desde que el hombre tiene conciencia, una manta, un sofá, y algo de tiempo libre, se ha ido formulando cuestiones que pese a sentirlas como propias, no dejan de ser universales. Esas cuestiones están principalmente relacionadas con el principio y el final de la vida, la existencia, o la razón por la cuál debemos ser gente de bien. Son grandes preguntas, casi tanto como sus casi infinitas respuestas, todas igual de acertadas y de erróneas al mismo tiempo. Son preguntas complejas, compuestas por múltiples detalles imposibles de demostrar de forma certera, y por lo tanto, únicamente tienen como función excitar el razonamiento, la conciencia del ser, y dotarle de una leve magia a un desolador presente (léase el cinismo nihilista).
Todas esas preguntas harán mella en cualquier ser humano, llevan toda una creación fustigando a esas cabezas pensantes, que a veces incluso se comportan como animales inteligentes.
Mi idea ahora es otra. Yo, y por primera vez en mucho tiempo, sin metáforas y en primera persona, invito a quién lo merezca a formularse una duda más:
“ Si pudieses mantener una conversación pura, profunda, en una habitación cerrada, sin cortes ni fisuras, el tiempo que quisieses, ¿con quién sería?”
Tras un período razonable dándole vueltas a este extraño ovillo de lana, un servidor se ha dado cuenta de que no sólo ya sabe con quién iría a esa habitación cerrada, si no que además, ya lo ha hecho.
Todos y cada uno podemos hacerlo en cualquier momento.

viernes, 16 de marzo de 2012

El escudero fiel

La suciedad es algo noble y elegante. Le cuesta ganar adeptos, pero si de algo pueden presumir sus acólitos, es de fidelidad. Fidelidad a la suciedad, a la inmundicia.
Una improvisación premeditada, calculada y sucia. Una frase escrita en la manga, emborronada por el incesante transcurso del tiempo y la ausencia de lavado. Ha sufrido roces, arañazos, mordeduras y abandonos. Es la opción subsidiaria a un conflicto donde la primera opción nunca es la correcta.
El gozar o no de fama ya no es objeto de valoración. Teniendo la elegancia de un tigre, con un paso lento y firme, la sucia contradicción que se desarrolla en su esencia, deviene irrelevante dada su opaca manifestación.
El calculado balanceo de sus actos, rebosa elegancia de forma proporcional a toda la suciedad que esconde.
Es el noble ilusionista el que hace magia con animales en descomposición, que misteriosamente, vuelan.

martes, 13 de marzo de 2012

Sollozo inmune

Con la de palabras dignas de ser poseídas que había alrededor de su persona, eran las menos las que realmente le satisfacían. Menuda enjundia tenía entre manos. Lo mejor era no preguntar, por el riesgo cierto de respuesta que la misma llevaba tras de sí.
No había visto mayor problema en el asunto, y quizás le salió caro en primavera.
¿Será la alergia a la flora un método de defensa a algo más que un antígeno?.
La naturaleza, sabia o no, es elocuente, y sobre todo, hilarante.
Todo eso sin palabras, estornudo mediante, lo cual tiene aún más mérito.
(si cabe).

sábado, 10 de marzo de 2012

El rock del ciego

Amante de visitar astros, pero no por el día, para no quemarse.
Amante de tantas cosas serias, más de otras principiante.
Descubridor de lagos, praderas y montañas, y te lo digo de veras
no caerá esa breva, de verbos y Minervas.
Lleno de ansias, de espinas y cenizas, corazón en Braille
las tres gracias dicen, que pese a no tener pareja, les gusta el baile.

A mi la música. La llamaban arte.

De gestos y jetos

Ser diestro en el lenguaje no verbal es una gran virtud. El mayor defecto del Asperger, pero no hay dos personas iguales. Sólo un ídolo común.
Lenguaje no verbal, decíamos. Una duda celeste... ¿analfabetos funcionales entran en el juego?
Consiguen expresarse con graznidos, lo cuál deberíamos interpretar casi como una “prolongación” del L.N.V. Pero no es día de divagaciones sin fundamento, así que lo dejamos ahí, en el aire.
Gestos dicen, gestos mienten. Dicen que los gestos no mienten pero mienten, como poco se equivocan, que no es poco. Mucho es decir la verdad, demasiado a veces, y tan innecesario.
Escribir y hablar barroco, denso, ágil, y seco. Se antoja histriónico, rozando lo enfermizo, cuando no prospera. Qué capitalista suena el éxito, tan económico, de la escuela reduccionista del “acierto/error”.
Y cuentas, comentas, criticas y evalúas, examinas y te expones, enjuicias y por último... huyes.
Trivializado ya el interior del ser, y disfrutando de unos largos en el fango la palabra, sólo nos queda el lenguaje no verbal.
Pierde el tiempo en un cajón de sastre, aviso, no hay nexos. Y si los hay son míos, y no te los dejo.
Como diría el filósofo, “palabras, palabras,qué sería yo sin ellas”.
Un virtuoso del lenguaje no verbal, o un analfabeto.
In the Guetto.

martes, 6 de marzo de 2012

Pacta sunt servanda

No recuerdo su nombre, a caballo entre un zíngaro y Fausto. Vendió su alma por un poco de tiempo, y siendo realistas, fue un gran pacto.
El incesante silbido de lo estático le dejaba sordo. El alma era poca cosa a cambio de una vida, por pequeña porción que fuese. La primacía de la existencia positiva, de la novedad, y del simple y llano disfrute.
Necesitaba nuevas preguntas, nuevas respuestas, y nuevos entornos. Necesitaba un paisaje que hiciese juego con una mente preclara, llena de grandes ideas y ambiciones terrenales.
No aspiraba al edén, sólo a un paisaje a juego con su ilusión. Ilusión susceptible de pluralizarse, de hacerse incontable aún en la finitud.
En ese pacto, Mefistófeles le leyó hasta la letra más pequeña, y le recordó que para hacerse efectivo el contrato, habría que superar una serie de costosas pruebas periódicas. Y administrativas.
Incluso el mayor de los precios sería menor a la gran prestación que el ayudante del demonio fijó en la obligación.
La felicidad es un invento de la edad moderna, el amor viene de más lejos incluso, pero la vida, la vida es incuestionable.
Fausto no erró, y en el infierno recuerda feliz.
¿Recordará el zíngaro?