viernes, 15 de junio de 2012

Demonon Vrosis


Qué quiere que le diga a la ruina si está ya acariciando el control total de cielo y tierra. En este momento no encontramos ya sujetos ni predicados que se dignen, ni deban dignarse, a dejar a cada cual en su sitio.
Los escombros de lo que tuvo un honorable propietario yacen solos, derrotados. Lacónicas arengas han pasado de la brevedad a la extinción, y el largo discurso del perdedor, del desolado, abarcan ya más de lo que una conciencia estable está dispuesta a racionalizar.
En condiciones normales la sucesión de los días es algo que se entiende estable, casi un clásico. En condiciones actuales la sucesión de los días se asemeja a lo trágico, como el teatro griego.
La escoria moradora y pululante de tierra mar y aire tiene rutas infinitas por donde desolar a sol y luna.
Corren tiempos arriesgados para los sujetos felices. No se sujetan los predicados, y la ruptura dialéctica arrastrará la palabra hasta el escombro.
Danos hoy nuestro pan de cada día, pero sobre todo danos un día, a poder ser, estable.

lunes, 4 de junio de 2012

El viento en los relatos


Contaba el cuento que hubo una tensa calma antes de la tempestad, y luego una clase diferente una vez cesado el trajín de viento y ruido. También contaba el cuento que el ajetreo atmosférico no se había prolongado en demasía, y que si bien había removido sin piedad aquello que rozó, pasado un rato, se volvió a recolocar.
Ríos de tinta desbocados entre hojas, vallas (bayas y “oh vaya”) e incrédulos personajes que veían sus hasta entonces tranquilos árboles, volar ociosos con sus raíces al viento como el cuerpo escondido de una tortuga.
Corrían malos tiempos para los cuentos, casi tanto como para los cuentistas, y es que con tanta corriente fuera de control, y tanto recolocar hojas, ya nada volvió a tener sentido. Otra historieta, de curiosa moraleja, decía sin embargo que aún desordenada, siempre hay un sitio indicado para cada hoja, por muy tempestuosa que sea. Sin duda era fruto de una buena pluma, de las que volaban de forma grácil, acariciadas gracias a su esbelta figura.