martes, 11 de septiembre de 2012

Detrás del árbol torcido


Cuando era pequeño tenía una curiosa costumbre. En aquellas tardes que pasaba en mitad del campo, o incluso en los parques, buscaba algo de valor en el suelo y lo escondía para cuando volviese. Ser tan joven hacía que nunca supiese con claridad cuándo volvería a ese mismo sitio, no tenía horarios ni planes.
Cuando volvía a casa pensaba en aquello que había dejado en mitad de un paisaje sin dueño, pero reconozco que al día siguiente ya no le dedicaba demasiada atención. Igualmente sabía que allí estaba. A veces, cuando llevaba días y días sin ir, recordaba que mientras yo hacía un montón de cosas en otro lugar, aquello que había escondido seguía probablemente en el mismo recoveco, pese a que el temor a que hubiese desaparecido permanecía subyacente.
En la distancia no había nada seguro, no sabía si había llovido, si el calor había secado la zona o el frío cubierto de escarcha. Saber no sabía nada con seguridad, pero tenía la ciega confianza de que volvería a verlo tal y como lo había dejado, que era posible que alrededor hubiera nuevas plantas, pero mi preciado presente allí estaría, casi esperándome. 
Esa vieja costumbre me ha enseñado mucho sobre los cambios y más aún sobre las despedidas.
A día de hoy desconozco si lloverá sobre esa parte de mí , que escondida o no, espera a mi regreso.

sábado, 8 de septiembre de 2012

Viva el Rey


Se ha vilipendiado cruelmente la monarquía en los últimos tiempos. La fama es dura a veces, y dura demasiado. Siglos han pasado con la carga del desprecio soberano por parte del vasallaje, un contexto similar al castigado Atlas con el insufrible peso del mundo encima de sus hombros.
Cetros, coronas, poder y algún que otro trono. Palabras cargadas de una memoria histórica descomunal y frágilmente subjetiva. Subjetiva es la emoción que el cuerpo tiene por respuesta.
Sea cual sea el linaje de cada diminuto campesino, el truco del manco reside en despertar a cada segundo, con la emoción de la mañana de los Reyes Magos.
God save the Realm, o como diría un campesino ilusionado, Dios salve a la realeza.
En este o en otro pueblo, todos guardamos una corona en un cajón, esperando ser rescatada para darle luz a la noche.
Como los Reyes Magos.

miércoles, 5 de septiembre de 2012

U.F.O y coffee


Se escuchan cuerdas de guitarra en la garganta. Cuando eso pasa, hasta los gritos tararean y los insultos silban. Extraño es el fenómeno por pasajero, o por perenne si se modula desde dentro. Nadie ha dicho que sea fácil contener tal privilegio, ese don que igual que arregla hasta el más incurable bache, se desvanece entrañablemente para regresar cuando estime oportuno.
Cada cual debe saber cómo aprovecharlo, mas no aprovecharse, que es muy tiquismiquis.
Quizás sea momento de hablar y bañarse en café.

lunes, 3 de septiembre de 2012

El rock del hustler


Mil y un excitantes en la misma mesa, casi tantos como noches lidiando con el mismo diablo. Mil y una piezas del puzzle que supone una ambición. Casi se pueden tocar esas mieles cuando visualizas el éxito y su derrota, frotándote los ojos como un genio su lámpara.
Más de mil damas bajo las mismas sábanas, bajo la misma luna, no así la misma cama. Nunca será igual si bajo la misma luna; no debajo de la misma luna, ni esperando el mismo drama.
Las ambiciones traen por la espalda un séquito de crueldades que deben liberarse en justas parcelas, propiedad de antiguas dinastías.
Nadie ha inventado nada, es el Señor de los días impares el juez de este azar de entreguerras, donde hasta el más insignificante mortal anhela el néctar de su propio deseo.

sábado, 1 de septiembre de 2012

00:00


Tras muchas vueltas a la razón y a la saeta del reloj que se propuso confundir a la cordura, el fin de la ruta de vaivenes ha comenzado. Con un gesto inmisericorde despedimos a los pertinaces ábacos de jornadas casi interminables.
Es este el instante que debe elegirse como imperecedero, plagado de olvidos de doble filo, sin echar en falta lo que quizás en otro momento fue imprescindible.
Sea bienvenida la fortuna que ha pasado a ser el mayor gozo de aquellos que sólo veían la nada. Experiencia es quizás el pobre beneficio que todavía puede apuntillarse, en el último suspiro de tan impía res.
Gracias a la misma saeta que cuando quiso hirió, ahora el sueño es risa y el silencio música.
Despídanse de lo funesto, hoy amanece para todos.