sábado, 25 de agosto de 2012

Errando, errando


Sean bienvenidos a la liga de los intentos extraordinarios. Sin género y con pretenciosa calma. En un lado tenemos la soberbia, casi vanidosa excelencia de un domesticador de palabras y por el otro el extraordinario intento por adherirse a sectores autosuficientemente culturales. No sorprende a nadie que los nadie deseen ser alguien, eso sí que sería un verdadero acto de vanidad, asumir lo insostenible y enorgullecerse por ello.
Un verdadero galán no trafica con maderas tan frugales como incomibles. Pertenecen al nuevo sector burgués del lápiz y las cuerdas, “la indigesta”. Amplificando psicofonías y con la consagración de toda carencia de talento.
Mala consejera es la timidez y el decoro en algunos casos. La mejor defensa suponen en otros.
Cada pluma, tan volátil viento mediante, debe viajar hasta encontrar su lugar.
Escóndanse en sucios plumajes, donde no se note.

jueves, 23 de agosto de 2012

Pasiones y papeles


Unos de los doce, los de la pasión de Judas
espinas buscando roce, el corazón lleno de dudas
sumas y si restas, de pensar ya brotan rastas
ya no es cuestión de pasta, este pastel ya no es dulce

Y si fallas, ahora no es cuestión de metas
ya de un golpe hiciste un trauma y de un trauma un plan de choque
y si aciertas, tras los hombros hay señales detrás
que demuestran que la angustia es su soporte.

Un sólo paso sin cordones y aún has de caer
suelas oliendo a goma que pretenden ceder
caídas son ilusiones perdidas en el ayer
hoy tiemblan hasta las piedras cuando ven el papel





lunes, 20 de agosto de 2012

Humo ilegítimo


Un bar céntrico es la elección de un numeroso grupo de pirómanos para celebrar su reunión. En el preciosista mundo de metáforas desde el cual uno escribe, podemos decir que hay muchas clases de pirómanos: ”Dícese de aquel que siente una insana atracción por quemar y causar destrozos a su alrededor”. Ceñirse a una definición ambigua tal que esta es un curioso pero útil punto de partida.
Estos graciosos amantes del fuego y su consecuente disturbio, de tanto (a)prenderlo parece que llevan la cortina de humo a su alrededor, similar al aura de un bufón que nos infunde la idea de que en su vida nunca ha faltado una sonrisa. Bufones del valor, se arman de lo poco que poseen para incendiar, en este no tan risueño lugar, los escombros. Escombros que sin lugar a duda ellos mismos crearon en anteriores revoluciones carmesís.
El ansia por mostrar una intención pura y altruista, tan humana como despreciable, ha provocado que vivamos en la era de la prostitución del conocimiento, de donde brotan más doctos alrededor de un hombre que gusanos en torno a un cadáver.
Prostitución, cadáveres, altruismo, conciencia (in)dependiente. Simples palabras que suponen el eje que aviva y mantiene las llamas que calcinan la tierra y ahogan el aire.
Muchas palabras sin ser eje, han sido ordenadas de forma que han erosionado a gentes desprovistas de autonomía. No hablaremos de autonomía, que para ello hasta un virtuoso exclamaría por una antorcha con la que fundir los errores que nos abrasan ahora las manos.
Canta cantautor, reflexiona pensador, pero no permita al ignorante que sea el profesor.

viernes, 17 de agosto de 2012

De costa a costa


Las mejores ideas son las que ni el ser más plañidero puede plasmar en poemas. Quizás esa sea la fuente de las caras inexplicables, de los gestos sorpresivos y los amores inefables.
Océanos de personas normales han ido enclaustrando autoestimas de los que sólo querían dar un paseo. Tantas palabras manidas para tantos traumas que saludan desde siempre. Como un buen vecino del que no esperas una atrocidad conyugal, se plantea el raro llevar a la soledad a cenas y ceremonias.
Hijos de una esperanza rota son aquellos improbables seres que se emperran en comprar tiritas para heridas profundas. Cauterizando con síntomas, amnesia como cura, desvanecerse como consecuencia.
Un hombre nuevo brota cada mañana, se deshace de las raíces que las sábanas embriagaron la noche anterior. Las horas y el traqueteo acompasado van guiando a ese novísimo ente que ha decidido castigarse casi sin darse cuenta. Casi sin darse cuenta se ha vuelto a enrollar en raíces; casi sin darse cuenta ese castigo se ha convertido en feliz rutina.
De rutinas vive el hombre, sea amor o desdicha. Que la fortuna sea dicha y las raíces fuertes, que entre sábanas se vive bien, en cenas o en la calle.

martes, 7 de agosto de 2012

El retrato del Sol


Un refugio en proceso de abandono desmerece. La comodidad es ya mera palabra en boca de un mudo si se trata de diagnosticar lo angosto de lo que antes era conocido como el salón. Un precioso y refinado salón victoriano, con sus cuadros, sus espejos y sus encorsetadas tradiciones. Lo refinado es ahora más bien turbia “refinería”, los cuadros grabados, los espejos cuadros y las tradiciones un sinsentido.
Lúgubre contexto que aterraría a profanos y justos, cálido abrazo para el que la comodidad es un cuerpo con heridas de antaño.
Pregunta la retórica cuestiones indignas para una respuesta clásica. De ahí el agridulce placer de sabores antediluvianos. Con su regusto a añejo y a experimentado. Irónico es lo novedoso que resultan los tan manidos sabores con el contraste del novísimo presente.
Si uno dice antediluviano es porque créame, ha habido un gran diluvio, uno que ha empapado hasta la última silla de madera de este precioso salón.
Este antiguo retrato, lejos de ser espejo y difícilmente clasificable como cuadro, es el complemento perfecto a un torso cosido con flecos, adornado con suaves matices y todavía húmedo por el diluvio que contadas miradas vertieron sobre él.
El café sigue siendo de otro mundo. Con o sin mayordomo es un buen salón para algo tan injusto como un diluvio.