Se acercan las fechas mis pequeños oligofrénicos. Fechas en plural, evidentemente. A veces parece que no ocurre nada en 11 meses, pero es llegar diciembre y tenemos el calendario acribillado de redondeles rojos, como ronchas en el brazo por las pruebas de la alergia. Y pocas palabras son más descriptivas de estas fechas como esa: alergia. Alergia que no alegría, alergia que hace que estornudemos, tiritemos, nos lloren los ojos y deseemos estar en una cueva lejana donde no haya cánticos plañideros y generosidad más fuera de control que un altruista con una botella de agua en mitad de África.
No es que odie la generosidad, digamos que aunque no crea en ella el resto del año, en diciembre se me hace mucho más insoportable. ¿ A cuanta gente le serviré de paja mental cuando me regale algo?Sentirse bien a mi costa... qué mezquino. Yo soy buena gente en marzo, me gusta más el clima.
Los viejos valores cristianos de la limosna, las rodillas y la lágrima florecen en este invernal ambiente. Pero tranquilos chicos, se marchitan en enero y en febrero vuelves a recibir puñaladas sin lazos. Y menos mal.
En estas fiestas tan señaladas, con monólogo de nuestra majestad incluido, no me regales un perro, que no es un juguete. Regálame tu indiferencia, y que dure. Hasta marzo, que en ese mes soy buena gente.