Hay una canción que hace salir el sol. Pero es difícil hacerla salir.
No es una canción al uso, te lleva a
otro lado, al mejor, quieras o no desapareces. Es casi perfecto. Pero
desaparecer sólo es aparecer en otro lugar. Las notas de color destiñen la lucha
unilateral entre sonrisa y muerte.
“Sólo con oídos, sólo sin odios;
Dios es uno y trino, tú conmigo solos somos dos.”
Una línea, sólo tengo eso y me sobra.
Y por si acaso, decenas de hojas bailan su aroma entre mis dedos,
esperando que las escriba, que me escriban despacio; plasmen con el
fuego como testigo y el humo la prueba de que esta paz no ha sido
escrita, ha sido vívida y vivida.
Creo que dicen algo, no les oigo con el
coro que afina ocioso su delicia en mi alma.
Una más.
“Y ya que somos dos, seamos miles,
que unos labios se comparten pero la felicidad ni hablamos.”
Bless the Chill.
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