jueves, 7 de marzo de 2013

A puerta cerrada.


Ahora que se han llevado hasta las esquinas, que los inmuebles volaron a la par de fungibles besos, esta habitación se ha quedado pequeña.
Sin más decoro en la despedida que la interrupción de su anhelo, ha abandonado este desgastado paraíso.
La compañía de una esperanza viene de la mano de una punzada infinita, de las que dan las buenas noches a cualquier hora del día.
Las mejores galas no han ido acompañadas de buenas telas, no tantas como telares.
A la misma hora de ayer, de mañana y de cinco minutos antes de ese beso, esta habitación se ha teñido de gris, para que no le reconozcan.

No hay comentarios:

Publicar un comentario