Ordenadas parejas en la pista de baile.
Regidos por precisos movimientos naturales una y mil veces repetidos.
No resulta necesario mantener la vista fija en piernas ni en
pestañas, dueñas del tráfico gestual que decoran un suelo que pasa
desapercibido.
El danzante solitario, observa desde la
distancia. Justa y corta distancia. En vez de sentirse cohibido por
unas uniones tan patentes, se percata de que sus ojos y sus pestañas,
quizás sus piernas, no dejan de ser blanco de deseo y desaprobación.
Deseo y desaprobación que nunca proceden de la misma mirada, pero sí
de la misma pareja. Tan unida, ahora ve la ruptura de su entera
esencia bipartita.
Tripartitos trajeron caos a la
política, y diversión a los danzantes.
Ordenadas parejas de baile que ahora
odian mientras desean; que ahora escupen el suelo del danzante, el
cual pisan. Ahora fingen desaprobación cuando el líder saluda,
sabedoras de su riesgo.
El engranaje se vicia y los pasos
empiezan a fallar. Tropiezan emociones y zapatos mientras la cabeza
permanece falsamente fría. No reconocerán su traspiés, narcisistas
mocasines que sólo buscan suelo que pisar.
Qué tramará hacer el danzante
solitario, de paradójico seudónimo dada su estática postura.
Miro y pienso, y qué complicado parece; tres gracias en mente y un verso libre. Metafóricamente libre, enteramente danzante.
"Lleno de ansias, de espinas y cenizas, corazón en Braille
las tres gracias dicen, que pese a no tener pareja, les gusta el baile"
Me hiciste bailar también y observar todo lo que sucedía :-)
ResponderEliminarUn saludo.
Oski.
Muchas gracias, hacen falta más danzantes y menos reproches para llevar una vida de salón (de baile).
ResponderEliminarUn saludo.
Asperger.