Casi sin darse cuenta, fue marcando con
una cruz la hasta ahora interminable lista de quehaceres y cuentas
pendientes. Tantísimas palabras usadas, gastadas, casi violadas,
habían sido el medio idóneo para la locura sin plazo que alguien
designó.
Las cruces, más bien podrían ser
llamadas crucifijos, por el increíble y sufrido camino que marcó su
devenir. Liturgia de las horas, con clavos en vez de rezos, con
agonía sin esperanza.
El primer error, el que desencadenó
todo, fue permitir al caos echar cuentas. Cúlpese a la pereza, o a
la estúpida valentía que antecede a la muerte en la batalla.
No es tiempo de violar palabras, gastar
ideas y usar bondades escritas, para algo tan palpable como un
latigazo.
Dije que sin darse cuenta, y no mentía.
A veces parece que el dolor es una bruma que envuelve y ciega, pero
amigo, le aconsejo compre vendas al salir.
Por suerte, está usted fuera, y sin
lista.
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