lunes, 14 de mayo de 2012

Gōng'ān


Este es el koan, la más preciada duda y misterio. Es la causa del asombro, el motivo de la paz, el valor de la luz. Es principio y fin a mitad de camino. Es volver a la esencia sin salir de la evolución.
La capacidad de ver todo con los ojos cerrados, con la mente en blanco, viajando lejos, justo encima de uno mismo. La verdad innegable, que serena a la bestia de infinitas colas guardada desde el declive.
La más relajante y catártica melodía suena en silencio; el eco la hace volver sin haber estado nunca.
Bienvenida es la fluidez, que se apodera de cada átomo que nos rodea, que acaricia lo que roza y besa lo que mira.
El estado de las cosas, que son iguales con conocimiento y sin él. Aquello turbio ha desaparecido a favor de un aura de naturaleza. No hay bien ni mal en la paz, es existencia pura, sin motivo, causa o lucha.
Este es el koan, finito o eterno, primero o último, que hará temblar cortezas y abonar raíces.
Dime qué te dirías. Si te conocieses, ¿te amarías?. Si no te volvieses a ver, ¿te despedirías?.
Coge tiempo, dime. No hables, respira. ¿Qué escuchas?.

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