El dulce placer del guiño de la justicia. Y con la venda puesta.
Acostumbra a jugar con su balanza, a veces de forma torticera, y resulta muy difícil no darle la espalda cuando todo parece indicar que no eres importante para ella. Del mismo modo que a veces te arrebata las ganas, otras te devuelve el esfuerzo invertido. Y con una sonrisa. Esconde la espada.
Se esconde, no quiere desnudar su mirada. No quiere desnudar su mirada ni que sean otros los que la desnudan. Detrás de esos ojos se esconden demasiadas cosas para hacerlo público.
Y repito, cuando te lanza un guiño, sólo se puede aceptar y sentirse afortunado. Y es justo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario