domingo, 18 de marzo de 2012

Ensayo errores

Desde que el hombre tiene conciencia, una manta, un sofá, y algo de tiempo libre, se ha ido formulando cuestiones que pese a sentirlas como propias, no dejan de ser universales. Esas cuestiones están principalmente relacionadas con el principio y el final de la vida, la existencia, o la razón por la cuál debemos ser gente de bien. Son grandes preguntas, casi tanto como sus casi infinitas respuestas, todas igual de acertadas y de erróneas al mismo tiempo. Son preguntas complejas, compuestas por múltiples detalles imposibles de demostrar de forma certera, y por lo tanto, únicamente tienen como función excitar el razonamiento, la conciencia del ser, y dotarle de una leve magia a un desolador presente (léase el cinismo nihilista).
Todas esas preguntas harán mella en cualquier ser humano, llevan toda una creación fustigando a esas cabezas pensantes, que a veces incluso se comportan como animales inteligentes.
Mi idea ahora es otra. Yo, y por primera vez en mucho tiempo, sin metáforas y en primera persona, invito a quién lo merezca a formularse una duda más:
“ Si pudieses mantener una conversación pura, profunda, en una habitación cerrada, sin cortes ni fisuras, el tiempo que quisieses, ¿con quién sería?”
Tras un período razonable dándole vueltas a este extraño ovillo de lana, un servidor se ha dado cuenta de que no sólo ya sabe con quién iría a esa habitación cerrada, si no que además, ya lo ha hecho.
Todos y cada uno podemos hacerlo en cualquier momento.

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