La suciedad es algo noble y elegante. Le cuesta ganar adeptos, pero si de algo pueden presumir sus acólitos, es de fidelidad. Fidelidad a la suciedad, a la inmundicia.
Una improvisación premeditada, calculada y sucia. Una frase escrita en la manga, emborronada por el incesante transcurso del tiempo y la ausencia de lavado. Ha sufrido roces, arañazos, mordeduras y abandonos. Es la opción subsidiaria a un conflicto donde la primera opción nunca es la correcta.
El gozar o no de fama ya no es objeto de valoración. Teniendo la elegancia de un tigre, con un paso lento y firme, la sucia contradicción que se desarrolla en su esencia, deviene irrelevante dada su opaca manifestación.
El calculado balanceo de sus actos, rebosa elegancia de forma proporcional a toda la suciedad que esconde.
Es el noble ilusionista el que hace magia con animales en descomposición, que misteriosamente, vuelan.
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