Sean bienvenidos a la liga de los
intentos extraordinarios. Sin género y con pretenciosa calma. En un
lado tenemos la soberbia, casi vanidosa excelencia de un domesticador
de palabras y por el otro el extraordinario intento por adherirse a
sectores autosuficientemente culturales. No sorprende a nadie que los
nadie deseen ser alguien, eso sí que sería un verdadero acto de
vanidad, asumir lo insostenible y enorgullecerse por ello.
Un verdadero galán no trafica con
maderas tan frugales como incomibles. Pertenecen al nuevo sector
burgués del lápiz y las cuerdas, “la indigesta”. Amplificando
psicofonías y con la consagración de toda carencia de talento.
Mala consejera es la timidez y el
decoro en algunos casos. La mejor defensa suponen en otros.
Cada pluma, tan volátil viento
mediante, debe viajar hasta encontrar su lugar.
Escóndanse en sucios plumajes, donde
no se note.
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