lunes, 20 de agosto de 2012

Humo ilegítimo


Un bar céntrico es la elección de un numeroso grupo de pirómanos para celebrar su reunión. En el preciosista mundo de metáforas desde el cual uno escribe, podemos decir que hay muchas clases de pirómanos: ”Dícese de aquel que siente una insana atracción por quemar y causar destrozos a su alrededor”. Ceñirse a una definición ambigua tal que esta es un curioso pero útil punto de partida.
Estos graciosos amantes del fuego y su consecuente disturbio, de tanto (a)prenderlo parece que llevan la cortina de humo a su alrededor, similar al aura de un bufón que nos infunde la idea de que en su vida nunca ha faltado una sonrisa. Bufones del valor, se arman de lo poco que poseen para incendiar, en este no tan risueño lugar, los escombros. Escombros que sin lugar a duda ellos mismos crearon en anteriores revoluciones carmesís.
El ansia por mostrar una intención pura y altruista, tan humana como despreciable, ha provocado que vivamos en la era de la prostitución del conocimiento, de donde brotan más doctos alrededor de un hombre que gusanos en torno a un cadáver.
Prostitución, cadáveres, altruismo, conciencia (in)dependiente. Simples palabras que suponen el eje que aviva y mantiene las llamas que calcinan la tierra y ahogan el aire.
Muchas palabras sin ser eje, han sido ordenadas de forma que han erosionado a gentes desprovistas de autonomía. No hablaremos de autonomía, que para ello hasta un virtuoso exclamaría por una antorcha con la que fundir los errores que nos abrasan ahora las manos.
Canta cantautor, reflexiona pensador, pero no permita al ignorante que sea el profesor.

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