Buenas noticias, se acaba el verano. Aquellos que me conozcan o que hayan leído algún parrafillo mío sabrán que mi relación con la temporada estival no es buena, y como mis amados padres dijeron en su momento:"si algo no va bien, corta por lo sano".
Como varón semiadulto que soy estoy plagado de ambiciones y ganas de hacer cosas, o en su defecto de no hacer nada, pero hacerlo cuando y donde me apetezca. Las vacaciones destrozan rutinas y alejan a compañeros de trabajo por los cuales de repente descubres que tienes extraños sentimientos de añoranza (¿será eso amistad?). Calores, sudores, ganas de despojarte de esa masa pegajosa que antes era tu camiseta... el verano es como el sexo pero sin la satisfacción que suele traer consigo..
Mi profesor favorito del instituto me dió otro consejo (más humano que el de mis padres y las relaciones): “si alguien te molesta, castígalo con la indiferencia”. Mi desprecio por la estación del año más incómoda es tal, que no pienso molestarme en escribir ingeniosas metáforas y jocosos símiles para describir lo mucho que deseo que se acabe.
Dicen que el tiempo pone a cada uno en su lugar, espero que el tiempo ponga al verano en el suyo (entre junio y septiembre) y que no salga de ahí. Empieza mi vida de nuevo y sólo me quedan nueve meses para volver a fustigarme en mi cada vez más transitada ciudadela interior.
Que la lluvia os acompañe.
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