lunes, 3 de septiembre de 2012

El rock del hustler


Mil y un excitantes en la misma mesa, casi tantos como noches lidiando con el mismo diablo. Mil y una piezas del puzzle que supone una ambición. Casi se pueden tocar esas mieles cuando visualizas el éxito y su derrota, frotándote los ojos como un genio su lámpara.
Más de mil damas bajo las mismas sábanas, bajo la misma luna, no así la misma cama. Nunca será igual si bajo la misma luna; no debajo de la misma luna, ni esperando el mismo drama.
Las ambiciones traen por la espalda un séquito de crueldades que deben liberarse en justas parcelas, propiedad de antiguas dinastías.
Nadie ha inventado nada, es el Señor de los días impares el juez de este azar de entreguerras, donde hasta el más insignificante mortal anhela el néctar de su propio deseo.

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