Entierro el altruismo, entierro tu ingenuidad y tu falta de adecuación con la realidad. Y ahora que hemos abierto las puertas a la desaparición, dame dos minutos, que tengo muchas cosas que quiero que te lleves.
La indiferencia es el justo premio para los pobres de espíritu. Yo, en cambio, te regalo una ceremonia.
Ni esclavo ni filántropo, ¿y mi moneda?.
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