martes, 20 de diciembre de 2011

Chin Chin

Una muesca más y ya van veinte. Los que tienen treinta se mofarían sin reparos. Los que ya alcanzaron los cuarenta ni le prestarían atención, pero quizás los que no rebasan la década me entiendan.
Una vez sobrepasada la línea numérica que separa cada etapa, es momento de asumir la siguiente e intentar hacerlo con la confianza que tendrían los de treinta muescas, pero sin prestarle demasiada intención como los de cuarenta.
Las muescas están para encajar algo en ellas, y pese a no tener claro el qué, confío en descubrirlo poco a poco.
Afloran canas, pero con ellas las posibilidades que te ofrece un número más. Es pronto para arrugas pero no para aceptarse a sí mismo. Hay gestos de la infancia que se conservan, y mientras así sea, no habrá motivo para arrugarse.
Es tiempo de celebrar que el calendario se acuerda de ti, y que se irán llenando huecos.
Que un día es un día, y trescientos sesenta y cinco un año, y mañana un poco más.
“Nada que celebrar, todo por olvidar, pero no se nos olvida, ni vivir ni brindar”.

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