sábado, 3 de diciembre de 2011

El Rey Scar

Amante de los males, de ellos saca su divertimento. Las tropelías del orden y la bondad infunden en una conciencia activa algo más que hastío, provocan el odio a una realidad que se estanca en el pragmático sentido de la vida que la voz del pueblo predica.
Esto es el mundo al revés, los buenos sólo son máscaras que esconden maldad y los malos disfrazan su bondad en forma de incisiva ironía que desquicia a más de uno... pero su esencia es buena.
En este Theatrum mundi lleno de falsedades, hipocresías y triunfos de los mediocres creo que no acabo de encontrar la forma de tolerar todo eso. Soy un actor de primera pero no estoy sindicado, y no me atrevo a mostrar la máscara que he escogido por si el rostro real resulta más difícil de adaptar al escenario.
La alegoría del teatro es perfecta, es una salvación envenenada, ya que las consecuencias de una rutina de apariencia minan la moral de cualquiera y te dejan tirado en una cuneta.
El desprecio al creador provoca un daño imposible de reparar. El poder reside en el que camina luciendo cicatrices. Algunas más desagradables que otras, hay quien las encuentra atractivas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario