No es la primera vez que se dice ni se demuestra, y no confío en que sea la última.
No muy lejos del principio se mandó la correspondiente correspondencia, aunque se antoja ahora disgregada entre las bilis y las ansias de cambio a un tercero.
Es la obra independiente más deseada de los singulares. Singulares independientes, claro está.
Y mientras tanto vuesa merced practica el bello arte de conjugar verbos en desuso para un servidor. Se autocompadece en un mosaico de copias anodinas, cumplidoras de palabra, lejanas a algo en lo que perviva una leve similitud con la honestidad.
Ese gesto cómplice no tiene dueño, y si lo tiene duerme en cama. Y si lo tiene cree ser virtud, defecto de tercero, premio a un esfuerzo.
Qué bello es el silencio del que quiere tenerlo, que nada dice, y tanto se le reprocha. Y es más bello cuando el clima te lo intenta arrebatar con copias anodinas, denostadas, independientes.
De una forma u otra, hasta las ratas tienen flash.
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