domingo, 22 de enero de 2012

Todo sobre mi cadáver

El resumen de su vida era como un chiste, con un mal guión. Este es un mediocre que entra en un bar y le dice a otro mediocre: ¿nos vamos a vivir juntos?. Compartir diván es casi compartir cama.
Queda lejos Matrix, y hemos abierto los ojos. Fue duro, pero aún así, no usamos pastillas. Ni rojas ni azules. Dicen que la otra parte necesita de recordatorios multicolores diariamente. Todo un signo de fortaleza.
Morir lo cambia todo y aquí se echan en falta atuendos de luto. Alguno ya ha tenido que enfundarse en penas en el pasado. La otra parte no tanto, en su vida multicolor.
En el lejano contexto físico donde respiran, sobreviven como un reloj al que sus agujas empiezan a atemorizar con una retirada. Viven por no morir, por poder elegir si ven tu cadáver en directo o por fotografía.
Poseedores de la felicidad más triste que ver he podido, su desdicha no es fruto del azar, si no de malas decisiones acompañadas, pues, de eso, de pastillas multicolores.

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